DISTINTAS LENGUAS, DISTINTAS CULTURAS,
DISTINTAS
VISIONES DEL MUNDO
La
diversidad
La diversidad hace que
el mundo sea interesante y el hecho de estar con gente muy diferente a nosotros
nos enseña mucho. Creo que saber escuchar a los demás es un don, ya que todo el
mundo puede enseñarte algo que no sepas y no importa el origen, la edad ni la
formación de la persona que habla. Todos tenemos algo inteligente que aportar a
los demás, algo positivo y una visión única de las cosas, que precisamente por
ser única, es interesante. Es un placer poder compartir tu vida con gente
diversa, ya sea de tu país o de otro diferente, ya comparta tus ideas políticas
o defienda otras distintas y ya tenga la misma o distinta filosofía y forma de
vida. Donde hay libertad y tolerancia, hay diversidad y todo a tu alrededor es
rico y te enriquece. Donde se impone algo como verdad absoluta, el mundo se
vuelve gris, absurdo e irreal. Porque el mundo es esencialmente diverso y es
fundamental respetar su esencia.
Lenguas,
culturas y visiones del mundo
Hablando de lenguas,
comparto la visión de Alfonso Reyes: “Una lengua es toda una visión del mundo,
y hasta cuando una lengua adopta una palabra ajena suele teñirla de otro modo,
con cierta traición imperceptible. Una lengua, además, vale tanto por lo que
dice como por lo que calla, y es dable interpretar sus silencios”.
Podemos encontrar
diferencias muy curiosas en la percepción de nuestro entorno que quedan
plasmadas en la lengua. Un ejemplo que me gusta mucho es la variedad de blancos
que existe en la cultura inuit. Los inuits son lo que muchos conocemos como
esquimales: pueblos indígenas que habitan en las regiones árticas de América y
parte de Siberia. La denominación “esquimal” resulta peyorativa porque su
significado es “comedor de carne cruda”, de ahí que se prefiera llamarlos
“inuits”. Dicho sea de paso, los inuits, a diferencia de los marineros europeos
que llegaban a su inhóspito hábitat ártico, esquivaban enfermedades como el
escorbuto gracias a su costumbre de comer carne cruda, ya que al cocer la
carne, desaparecen muchas de sus vitaminas. Y, volviendo al color blanco, se
dice que los inuits distinguen más de 30 tonalidades de blancos y esta distinción
garantiza su supervivencia. En cambio, para nosotros, el blanco suele ser uno y
no necesitamos hacer una observación profunda de sus matices.
En relación a la idea
de que el silencio es interpretable, recuerdo cuando nuestro profesor de
pragmática intercultural nos habló de que los navajos guardaban largos
silencios, habitud que era malinterpretada por los colonos europeos. Esto costó
la vida a algunos de ellos, ya que los europeos consideraban sospechosos esos
silencios y veían la traición implícita en ellos. Para los navajos, el silencio
significa cortesía, reflexión y equilibrio. Eran más cuidadosos con sus
palabras porque creían que por medio de ellas estaban construyendo el mundo a
su alrededor.
Uno
de los libros más interesantes que he leído no trata de la lengua de manera
específica, aunque pueden encontrarse referencias a ella. Se trata de “Nuestra
especie”, del antropólogo Marvin Harris, una obra de divulgación sobre nuestro
origen, el origen de la cultura, distintas costumbres en distintas culturas o
diferencias entre los dos sexos. Un apartado de este libro habla de los signos
que usan los simios, que pese a no tener una lengua, utilizan expresiones
faciales y lenguaje corporal. Dentro de los humanos, el lenguaje corporal
también varía de una cultura a otra, de modo que es otro aspecto a considerar
junto con la lengua y sus silencios. Por ejemplo, nuestro gesto de asentir con
la cabeza moviéndola de arriba abajo significa “no” en Bulgaria y el norte de
la India, mientras que moverla de lado a lado significa “sí”.
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